Programón predictivo
No soy de mirar series, porque sé que están creadas para que uno se vuelva adicto, y como me molesta que quieran controlarme en mi tiempo libre también, intento evitarlas lo máximo posible. Hasta que llega ese maldito día, donde me encuentro tirada en el sillón un viernes por la noche comiendo un chocolate y aparece una publicidad con un actor que juro haberlo tenido de marido en otra vida. Es él, estoy segura. Profundo, sensual, observador, lindo, espiritual, vamos, una eminencia.
Y mi adicción ya se disparó y hasta que no mire el último capitulo no paro.