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All you need is love

Para rematar el amor en los tiempos del COVID, anoche me escribió un lector preocupado pensando que me quiero suicidar. Convencida de que con mi léxico de bloguera se sobrentendía de que al no pertenecer a este mundo no implicaba que me quisiera rasurar las venas. Tuve que explicarle el funcionamiento de mi psiquis para que no me llevara flores al entierro, preguntarle si estaba preocupado por mi partida o por perder a alguien que lo escuchara incondicionalmente. 

Pensé que con todo lo que escribí este hombre ya sabría hasta mi PH, sin embargo, tuve una discusión agitada por una lectura errónea sobre mi mirada de este planeta.

Cabe aclarar que esta persona no cree en nada que no vea, pero de alguna forma sí me vio colgada del techo. Ahórrense el disgusto colegas, este cuerpito partirá cuando mi karma se blanquee, mis ángeles guardianes se cansen de atajar a los sin registro y mi abuelita se dé cuenta de que su nieta tal vez no se case.

El desencadenamiento surgió cuando una noche lloré porque me di cuenta de que los Iluminati existen; él asoció mi tristeza con mis relatos y se vio tirando mis cenizas al mar. 

Aunque el verdadero conflicto ocurrió cuándo quiso calmarme sobre la llorada de una semana anterior diciéndome que esta gente no existe, que los túneles subterráneos son fotos trucadas por los medios.

Entiendo que no tiene porqué estar de acuerdo con mi corriente, pero intentar contener a alguien que ya superó la angustia convenciéndola de que estaba equivocada, me asusta más que los pinches túneles. 

¿A dónde vamos a ir a parar? Entre la gente que no cree en la espiritualidad, los que se pelean por posturas políticas y el hombre standard con el monograma de la almohada impreso en la mejilla, puedo ver esa cacerola a fuego lento el 25 de mayo cocinando ideales mientras la secta de globalistas tiran sus microchips sobre el locro.

 

—Ceci, ¡yo ese chip no me lo pienso dejar poner! Me dijo una amiga que es enfermera y está al tanto de toda la psicosis mundial. 

 

—¿No? Espero que tengas un backup plan entonces, como los adelantados de los Japoneses que se están preparando para una invasión de OVNIS.

 

—No me asustes, Ceci, no quiero ni pensar en el futuro.

 

—El futuro ya está acá, baby, así que te diría que te olvides de la peluquería, la jubilación, el colágeno en las nalgas y te prepares para trancar bien las puertas para cuando llegue el octavo pasajero.

 

—Pensar que hace un par de meses atrás éramos tan libres y no lo sabíamos—me dijo ella con un halo de nostalgia en las cuerdas vocales.

 

—¿No viste la película: “Día de la independencia”?

 

—Sí, ¡un horror!

 

Yo lo único que les digo es que este 4 de julio estaré encerrada en mi casa tocando la guitarra. Da la casualidad que es justo mi aniversario en EE.UU, pero no estoy como para sacar el Ananá Fizz y que me pulvericen con un rayo láser mientras yo celebro al aire libre con un espumante.

Estos satánicos avisan a través de diferentes medios sus planes salvajes para exterminarnos, ¿o acaso de dónde piensan que salen esos guiones?

La creatividad y la imaginación también son visiones, sino lean a Einstein, que predijo todo lo que ocurriría y sucedió.

Yo no tengo ese calibre de videncias, aunque puedo asegurarles una sola cosa: estamos bien jodidos. Y si la sociedad no se despierta de esta ilusión llamada “realidad”, vamos a terminar pagando un precio lapidario por existir.

Ojalá que me equivoque, y ojalá mis relatos sean solo una parodia de algo que jamás pasará. Cierro los ojos y solo puedo confiar en un poder superior que de alguna manera nos cuidará del mal que habita este mundo.

 

Amén.

 

 

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